martes, 20 de diciembre de 2016

Señor de la cercanía

Acércate,
salvando el abismo
entre el infinito y lo limitado.
Salir de la eternidad
para adentrarte en el tiempo,
Hacerte uno de los nuestros
para hacernos uno contigo.
Y así, de carne y hueso,
empezar a mostrarnos
en qué consiste la humanidad.

Eres el Dios de la cercanía,
de los incluídos,
de los encontrados,
pues para ti nadie se pierde
De los reconciliados,
De los equivocados,
De los avergonzados,
De los heridos,
De los sanados.

Eres el Dios de los desahuciados,
de los agobiados,
de los visitados,
de los intimidados,
de los desconsolados,
de los recordados.

Pues para ti nadie se olvida.

Tan cerca ya, tan con nosotros. Dios.

José María Rodríguez Olaizola